El mundo del lector: las comunidades interpretativas

Se entiende que las comunidades interpretativas son agrupaciones de personas constituidas sobre la base de la experiencia, que comparten la predisposición a generar significado a través de actos interpretativos similares:

“El mundo del lector está formado por comunidades de interpretación -a la que pertenecen lectores singulares- que comparten en su relación con lo escrito competencias, usos, códigos e intereses”, señala Chartier. [1]

Usar el concepto teórico de comunidad interpretativa –que surge en el ámbito de la crítica literaria- como unidad de análisis es una opción que lleva implícitas ciertas posturas teóricas -que requieren ser expuestas- y a su vez incide en la metodología utilizada para llevar adelante el estudio.

Para Stanley Fish, las comunidades interpretativas están integradas por aquellos que comparten estrategias interpretativas no para leer sino para escribir textos, para constituir sus propiedades, explica la académica Mirta Varela[2]. Estas estrategias preexisten al acto de leer y en consecuencia determinan la forma de lo que se lee antes que a la inversa.[3] Son las comunidades interpretativas, más que el texto o el lector, las que producen sentido y quienes son responsables por la emergencia de rasgos formales, sostiene Fish.

Si bien Fish hace esta afirmación con respecto a la literatura –no hay rasgos formales que muestren qué se considera literatura y qué no-, al llevar esta reflexión al periodismo escrito no se puede ignorar la influencia que tienen en el proceso de lectura de cualquier texto periodístico los rasgos formales propuestos para su presentación.

Con rasgos formales vinculados al mundo del texto periodístico me refiero a aquellas reglas implícitas en el contrato de lectura de un texto periodístico que hacen que el lector entienda que una noticia es importante según el lugar en que fue publicado, el espacio que ocupa y el tamaño del titular. Por lo tanto, considero que existen rasgos formales productores de sentido que emergen del diseño de los diarios en papel o electrónicos y que forman parte de la estrategia interpretativa del lector. Estos rasgos formales integran la forma de lo escrito y a la vez el mundo del lector, en tanto tiene la competencia y está habituado a significar estos rasgos formales.

Para Fish no existen los textos, si se entiende por texto una unidad fija y estable. Pero aún acordando en un concepto de texto construido por los lectores, no es en los textos donde habría que buscar el significado, sino en la lectura: “No hay una respuesta del lector al significado, sino que ésta es el significado”.[4]

Coincido en que es en el proceso de lectura donde se deben buscar los significados, por lo cual es necesario detener la mirada en el lector para descubrir cómo se apropia del texto, sin desconocer que la materialidad del texto en que se propone la lectura incide en el proceso.

Si como dice Fish[5] la respuesta del lector al texto es el significado, y los usos que hace del texto forman parte de su respuesta, entonces los usos son significantes. Por lo tanto, los usos hablan de la interpretación del texto que hace el lector. Por eso, a pesar de reconocer la existencia de rasgos formales que emergen del diseño propuesto por el diario, sólo conociendo la experiencia de lectura en Internet nos podemos acercar a su significado.

Chartier sostiene que para describir las comunidades interpretativas no basta con el desglose social y propone invertir la perspectiva y “localizar círculos o comunidades que comparten una misma relación con lo escrito”. Y para localizar estas comunidades sugiere “partir de la circulación de los objetos y de la identidad de las prácticas, y no de las clases o los grupos”. [6]

De acuerdo con lo expuesto, comencé este trabajo agrupando a los lectores de diarios en Internet a partir de sus experiencias de uso de los diarios online; en concreto a partir de la experiencia de los usuarios del portal Observa, [7]un portal de noticias en la Web que nació como la primera versión online del diario El Observador de Uruguay, y cuyo desarrollo se comentará más adelante.

Partiendo de la “circulación de los objetos y de la identidad de las prácticas” seleccioné dos condiciones vinculadas al uso que estos lectores hacen del diario online para localizar esa comunidad que compartiría una misma relación con lo escrito. Las prácticas que utilicé como filtro para seleccionar los integrantes de esta comunidad fueron en un principio dos: que accedieran todos los días a Internet y que no fueran lectores del diario impreso. La premisa que sustentó la elección de dichas prácticas para agrupar a una posible comunidad interpretativa, fue asumir que sería más probable detectar cambios en los hábitos de lectura y percatarse de la aparición de nuevos hábitos en aquellos usuarios intensivos de Internet, que, además, ya no leyeran el diario en papel. Esto implica asumir que de un agrupamiento generado a partir de algunas características comunes en la experiencia de lectura, se espera un marco común de interpretación.

Esta forma de proceder permite reconocer “la multiplicidad de los principios de diferenciación que pueden dar razón a las diferencias culturales: por ejemplo, la pertenencia a un género o a una generación, las adhesiones religiosas, las solidaridades comunitarias, las tradiciones educativas o corporativas, etc.” Y agrega que “para cada una de las comunidades de interpretación así identificadas, la relación con lo escrito se efectúa a través de las técnicas, los gestos y los modos de ser... ya que la lectura no sólo es una operación intelectual abstracta”. [8]

La postura de Chartier remite al planteo que hace Thomas Lindlof al relacionar el concepto de comunidad interpretativa con el de subcultura: “las articulaciones que facilitan la información a través de una comunidad interpretativa, pueden o no corresponderse con las articulaciones que definen estructuralmente las unidades sociales”. Para Lindlof la comunidad interpretativa es “una subcultura que rompe y atraviesa simultáneamente las divisiones sociales preexistentes”.[9]

En la primera aproximación que realicé en la búsqueda de cambios en los hábitos de lectura de diarios en el paso del papel a Internet, y en la indagación de nuevos usos y diferencias con respecto a la lectura en el papel, asumí que el grupo más adecuado para realizar esta búsqueda es el que se congrega a partir del uso intensivo de la tecnología Internet y que fueran lectores de diarios en línea exclusivamente, y no leyeran diarios en papel. La premisa para agrupar de acuerdo a estas condiciones fue que el comportamiento de este conjunto de personas podría revelar tendencias en los hábitos de lectura del diario en Internet, y sería una muestra donde la probabilidad de dar cuenta de cambios en los hábitos de lectura sería mayor.

Sin embargo, la realidad pone límites a las construcciones teóricas de escenarios de estudio hipotéticos. La rotunda dificultad de identificar lectores uruguayos que cumplieran la condición de acceder a Internet todos los días y la de leer las noticias exclusivamente en los diarios en línea, y residieran en Montevideo -el área que congrega al mayor número de usuarios de Internet en Uruguay, y al menos la mitad de la población de Uruguay- marcó una primera etapa en este trabajo, y el primer aprendizaje en carne propia de que para realizar este trabajo debía considerar lo que Chartier explica muy bien en estas palabras: “la larga historia de la lectura muestra que las mutaciones de las prácticas son siempre más lentas que las revoluciones de las técnicas. De la invención de la imprenta no se derivaron inmediata y directamente nuevas maneras de leer; por el contrario, la posibilidad de leer un texto en silencio, sin necesidad de hacerlo en voz alta, fue el resultado de una muy larga conquista, de los monasterios de la Alta Edad Media a la escuela del siglo XIX. Debemos pues suponer que los gestos inmediatos y que las categorías intelectuales que asociamos con el mundo de los textos perdurarán frente a las nuevas formas de lo escrito.”[10]

A pesar de esto, el historiador francés señala algunos aspectos que diferencian al lector del texto impreso del lector del texto digital: el contexto, la materialidad de la obra, la postura de lectura y el hipertexto. [11] Cada una de estas dimensiones consignadas por Chartier han provocado algunas de las preguntas que guían esta investigación.

Para Chartier el contexto no se brinda al lector digital en el sentido primero de la palabra, como los textos que están junto o dentro del mismo texto, sino que se le da una contextualización lógica, una contextualización a partir de los bancos de datos o de los sitios Web en que los textos están presentes: “El mismo artículo en un periódico impreso o en un banco de datos de artículos de periódicos muestra inmediatamente la diferencia”[12]. Entonces, pensando en el lector de noticias en la Web cabe preguntarse ¿Cómo percibe el lector este nuevo contexto? ¿Cómo afecta este nuevo contexto al proceso de lectura? ¿Incide en la fidelidad del lector al medio de comunicación?

Además, Chartier advierte que hay una diferencia en la lectura en cuanto a la postura del cuerpo, ya que está mediatizada por la pantalla porque el lector no tiene un contacto físico como lo tenía el lector del rollo –que movilizaba todo su cuerpo para leer- o el lector del libro tal como lo conocemos –que puede tener una distancia mayor, pero mantiene la relación física con el objeto. Entonces, al pensar en objeto de estudio de esta memoria cabe preguntarse qué ocurre en el cambio del diario papel al diario en la pantalla. ¿Cómo influye la mediación de la pantalla en la relación del lector con el texto periodístico? ¿Es una molestia para la lectura? ¿Produce cansancio y entonces influye en la tendencia a leer textos cortos?

Por otro lado, señala como lo más importante que el lector del texto digital frente a la pantalla pierde las referencias de género textual habituales en el mundo impreso. Chartier sostiene que el lector digital se enfrenta a una diferente percepción de las entidades textuales, de los géneros textuales debido a la desaparición de una jerarquización de la autoridad de los textos en relación con su género, es decir, en relación con su percepción material: “En el mundo de los lectores de la cultura impresa había un sistema de relaciones inmediatas entre los objetos físicos y las clases de textos, un sistema de reconocimiento que inmediatamente distinguía entre la carta manuscrita, la revista impresa, el periódico, el libro, las fichas, el archivo... Un sistema en el que cada forma material de lo escrito se correspondía, más o menos, con una clase de género textual”. Y para el lector del texto digital, frente a la pantalla, esta diferencia desaparece porque, hasta ahora —no sabemos en el futuro— el único objeto con el que negocia este lector es su computadora, ya sea su e-book, su portátil... pero es la pantalla de una computadora. Y esta pantalla es una superficie que puede recibir y transmitir todos los géneros de textos casi en la misma forma”.[13]

Para ejemplificar este cambio de percepción en relación con la autoridad de los textos dada por su género, Chartier alude al uso del texto digital que hacen algunos estudiantes: “es suficiente para ellos encontrar algo en el mundo de los textos digitales para considerar que este documento tiene autoridad suficiente para transformarse en una cita, en un argumento científico”.

Al llevar este aspecto de la reflexión de Chartier a los modos de lectura de noticias en Internet, considero necesario tener en cuenta cómo se utilizan -¿se trasladan?- las formas dadas al género periodístico impreso en el texto digital, ya que la información se propone conservando ciertas características del formato papel (titulación, uso de copetes, distribución en secciones, etc) que el lector digital conoce y le permiten diferenciar el género textual al que se enfrenta. ¿Ha incorporado nuevas formas el género periodístico digital? ¿Los lectores digitales reconocen un género periodístico digital diferente del impreso? ¿O las convenciones del género periodístico en Internet están todavía en proceso de construcción?

Por último, Chartier destaca la diferencia entre la lectura lineal y la lectura hipertextual: “Claramente existe la posibilidad de una lectura que no es tan necesariamente lineal y encerrada dentro del objeto que conlleva el texto, como sucede con los libros, en los que si se quiere salir de este objeto se debe tomar otro texto en otro libro. Aquí, como sabemos todos, la posibilidad del hipertexto es la de vincular textos unos con otros, de convocar documentos, fuentes, referencias, imágenes, palabras o sonidos, permitir un tipo de lectura diferente, lo que para los textos de saber, de conocimiento puede conducir, por un lado, a construir de una forma diferente las demostraciones –lógicas, históricas, sociológicas-, y del lado de la lectura puede conducir a un control más agudo, más exigente del lector que encuentra, finalmente, en una gran medida los documentos, los textos, las fuentes, los instrumentos utilizados o analizados por el autor del libro.”[14]

Volviendo al objeto de esta memoria surge preguntarse acerca de la influencia posible del hipertexto en la lectura del texto periodístico. ¿Influye el hipertexto en la lectura del texto periodístico? Si la lectura de diarios en papel ya era fragmentada, ¿cuáles son los cambios que introduce el hipertexto?


[1] Ibidem. p 13
[2] Varela, Mirta. “De las culturas populares a las comunidades interpretativas” en http://www.innovarium.com/CulturaPopular/culturas%20populares.pdf
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[5] Varela, Mirta. La audiencia en los textos. Comunidades interpretativas, forma y cambio... ob. cit. p 139
[6] Cavallo, Guglielmo; Chartier, Roger, y otros. Historia de la lectura ... op cit. p.15
[7] Portal Observa http://www.observa.com.uy/
[8] Cavallo, Guglielmo; Chartier, Roger, y otros. Historia de la lectura ... op cit p 15.
[9] Grimson, Alejandro. Varela, Mirta. Audiencias, cultura y poder. Estudios sobre la televisión... op.cit. p 143.
[10] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”. Entrevista a Roger Chartier.
[11] Entrevista a Roger Chartier del Dr. Joaquín Mª Aguirre Romero. Dpto. Filología Española III - CC. Información. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/chartier.html
[12] Ibidem
[13] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”… op cit.
[14] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”...op cit.

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Se entiende que las comunidades interpretativas son agrupaciones de personas constituidas sobre la base de la experiencia, que comparten la predisposición a generar significado a través de actos interpretativos similares:

“El mundo del lector está formado por comunidades de interpretación -a la que pertenecen lectores singulares- que comparten en su relación con lo escrito competencias, usos, códigos e intereses”, señala Chartier. [1]

Usar el concepto teórico de comunidad interpretativa –que surge en el ámbito de la crítica literaria- como unidad de análisis es una opción que lleva implícitas ciertas posturas teóricas -que requieren ser expuestas- y a su vez incide en la metodología utilizada para llevar adelante el estudio.

Para Stanley Fish, las comunidades interpretativas están integradas por aquellos que comparten estrategias interpretativas no para leer sino para escribir textos, para constituir sus propiedades, explica la académica Mirta Varela[2]. Estas estrategias preexisten al acto de leer y en consecuencia determinan la forma de lo que se lee antes que a la inversa.[3] Son las comunidades interpretativas, más que el texto o el lector, las que producen sentido y quienes son responsables por la emergencia de rasgos formales, sostiene Fish.

Si bien Fish hace esta afirmación con respecto a la literatura –no hay rasgos formales que muestren qué se considera literatura y qué no-, al llevar esta reflexión al periodismo escrito no se puede ignorar la influencia que tienen en el proceso de lectura de cualquier texto periodístico los rasgos formales propuestos para su presentación.

Con rasgos formales vinculados al mundo del texto periodístico me refiero a aquellas reglas implícitas en el contrato de lectura de un texto periodístico que hacen que el lector entienda que una noticia es importante según el lugar en que fue publicado, el espacio que ocupa y el tamaño del titular. Por lo tanto, considero que existen rasgos formales productores de sentido que emergen del diseño de los diarios en papel o electrónicos y que forman parte de la estrategia interpretativa del lector. Estos rasgos formales integran la forma de lo escrito y a la vez el mundo del lector, en tanto tiene la competencia y está habituado a significar estos rasgos formales.

Para Fish no existen los textos, si se entiende por texto una unidad fija y estable. Pero aún acordando en un concepto de texto construido por los lectores, no es en los textos donde habría que buscar el significado, sino en la lectura: “No hay una respuesta del lector al significado, sino que ésta es el significado”.[4]

Coincido en que es en el proceso de lectura donde se deben buscar los significados, por lo cual es necesario detener la mirada en el lector para descubrir cómo se apropia del texto, sin desconocer que la materialidad del texto en que se propone la lectura incide en el proceso.

Si como dice Fish[5] la respuesta del lector al texto es el significado, y los usos que hace del texto forman parte de su respuesta, entonces los usos son significantes. Por lo tanto, los usos hablan de la interpretación del texto que hace el lector. Por eso, a pesar de reconocer la existencia de rasgos formales que emergen del diseño propuesto por el diario, sólo conociendo la experiencia de lectura en Internet nos podemos acercar a su significado.

Chartier sostiene que para describir las comunidades interpretativas no basta con el desglose social y propone invertir la perspectiva y “localizar círculos o comunidades que comparten una misma relación con lo escrito”. Y para localizar estas comunidades sugiere “partir de la circulación de los objetos y de la identidad de las prácticas, y no de las clases o los grupos”. [6]

De acuerdo con lo expuesto, comencé este trabajo agrupando a los lectores de diarios en Internet a partir de sus experiencias de uso de los diarios online; en concreto a partir de la experiencia de los usuarios del portal Observa, [7]un portal de noticias en la Web que nació como la primera versión online del diario El Observador de Uruguay, y cuyo desarrollo se comentará más adelante.

Partiendo de la “circulación de los objetos y de la identidad de las prácticas” seleccioné dos condiciones vinculadas al uso que estos lectores hacen del diario online para localizar esa comunidad que compartiría una misma relación con lo escrito. Las prácticas que utilicé como filtro para seleccionar los integrantes de esta comunidad fueron en un principio dos: que accedieran todos los días a Internet y que no fueran lectores del diario impreso. La premisa que sustentó la elección de dichas prácticas para agrupar a una posible comunidad interpretativa, fue asumir que sería más probable detectar cambios en los hábitos de lectura y percatarse de la aparición de nuevos hábitos en aquellos usuarios intensivos de Internet, que, además, ya no leyeran el diario en papel. Esto implica asumir que de un agrupamiento generado a partir de algunas características comunes en la experiencia de lectura, se espera un marco común de interpretación.

Esta forma de proceder permite reconocer “la multiplicidad de los principios de diferenciación que pueden dar razón a las diferencias culturales: por ejemplo, la pertenencia a un género o a una generación, las adhesiones religiosas, las solidaridades comunitarias, las tradiciones educativas o corporativas, etc.” Y agrega que “para cada una de las comunidades de interpretación así identificadas, la relación con lo escrito se efectúa a través de las técnicas, los gestos y los modos de ser... ya que la lectura no sólo es una operación intelectual abstracta”. [8]

La postura de Chartier remite al planteo que hace Thomas Lindlof al relacionar el concepto de comunidad interpretativa con el de subcultura: “las articulaciones que facilitan la información a través de una comunidad interpretativa, pueden o no corresponderse con las articulaciones que definen estructuralmente las unidades sociales”. Para Lindlof la comunidad interpretativa es “una subcultura que rompe y atraviesa simultáneamente las divisiones sociales preexistentes”.[9]

En la primera aproximación que realicé en la búsqueda de cambios en los hábitos de lectura de diarios en el paso del papel a Internet, y en la indagación de nuevos usos y diferencias con respecto a la lectura en el papel, asumí que el grupo más adecuado para realizar esta búsqueda es el que se congrega a partir del uso intensivo de la tecnología Internet y que fueran lectores de diarios en línea exclusivamente, y no leyeran diarios en papel. La premisa para agrupar de acuerdo a estas condiciones fue que el comportamiento de este conjunto de personas podría revelar tendencias en los hábitos de lectura del diario en Internet, y sería una muestra donde la probabilidad de dar cuenta de cambios en los hábitos de lectura sería mayor.

Sin embargo, la realidad pone límites a las construcciones teóricas de escenarios de estudio hipotéticos. La rotunda dificultad de identificar lectores uruguayos que cumplieran la condición de acceder a Internet todos los días y la de leer las noticias exclusivamente en los diarios en línea, y residieran en Montevideo -el área que congrega al mayor número de usuarios de Internet en Uruguay, y al menos la mitad de la población de Uruguay- marcó una primera etapa en este trabajo, y el primer aprendizaje en carne propia de que para realizar este trabajo debía considerar lo que Chartier explica muy bien en estas palabras: “la larga historia de la lectura muestra que las mutaciones de las prácticas son siempre más lentas que las revoluciones de las técnicas. De la invención de la imprenta no se derivaron inmediata y directamente nuevas maneras de leer; por el contrario, la posibilidad de leer un texto en silencio, sin necesidad de hacerlo en voz alta, fue el resultado de una muy larga conquista, de los monasterios de la Alta Edad Media a la escuela del siglo XIX. Debemos pues suponer que los gestos inmediatos y que las categorías intelectuales que asociamos con el mundo de los textos perdurarán frente a las nuevas formas de lo escrito.”[10]

A pesar de esto, el historiador francés señala algunos aspectos que diferencian al lector del texto impreso del lector del texto digital: el contexto, la materialidad de la obra, la postura de lectura y el hipertexto. [11] Cada una de estas dimensiones consignadas por Chartier han provocado algunas de las preguntas que guían esta investigación.

Para Chartier el contexto no se brinda al lector digital en el sentido primero de la palabra, como los textos que están junto o dentro del mismo texto, sino que se le da una contextualización lógica, una contextualización a partir de los bancos de datos o de los sitios Web en que los textos están presentes: “El mismo artículo en un periódico impreso o en un banco de datos de artículos de periódicos muestra inmediatamente la diferencia”[12]. Entonces, pensando en el lector de noticias en la Web cabe preguntarse ¿Cómo percibe el lector este nuevo contexto? ¿Cómo afecta este nuevo contexto al proceso de lectura? ¿Incide en la fidelidad del lector al medio de comunicación?

Además, Chartier advierte que hay una diferencia en la lectura en cuanto a la postura del cuerpo, ya que está mediatizada por la pantalla porque el lector no tiene un contacto físico como lo tenía el lector del rollo –que movilizaba todo su cuerpo para leer- o el lector del libro tal como lo conocemos –que puede tener una distancia mayor, pero mantiene la relación física con el objeto. Entonces, al pensar en objeto de estudio de esta memoria cabe preguntarse qué ocurre en el cambio del diario papel al diario en la pantalla. ¿Cómo influye la mediación de la pantalla en la relación del lector con el texto periodístico? ¿Es una molestia para la lectura? ¿Produce cansancio y entonces influye en la tendencia a leer textos cortos?

Por otro lado, señala como lo más importante que el lector del texto digital frente a la pantalla pierde las referencias de género textual habituales en el mundo impreso. Chartier sostiene que el lector digital se enfrenta a una diferente percepción de las entidades textuales, de los géneros textuales debido a la desaparición de una jerarquización de la autoridad de los textos en relación con su género, es decir, en relación con su percepción material: “En el mundo de los lectores de la cultura impresa había un sistema de relaciones inmediatas entre los objetos físicos y las clases de textos, un sistema de reconocimiento que inmediatamente distinguía entre la carta manuscrita, la revista impresa, el periódico, el libro, las fichas, el archivo... Un sistema en el que cada forma material de lo escrito se correspondía, más o menos, con una clase de género textual”. Y para el lector del texto digital, frente a la pantalla, esta diferencia desaparece porque, hasta ahora —no sabemos en el futuro— el único objeto con el que negocia este lector es su computadora, ya sea su e-book, su portátil... pero es la pantalla de una computadora. Y esta pantalla es una superficie que puede recibir y transmitir todos los géneros de textos casi en la misma forma”.[13]

Para ejemplificar este cambio de percepción en relación con la autoridad de los textos dada por su género, Chartier alude al uso del texto digital que hacen algunos estudiantes: “es suficiente para ellos encontrar algo en el mundo de los textos digitales para considerar que este documento tiene autoridad suficiente para transformarse en una cita, en un argumento científico”.

Al llevar este aspecto de la reflexión de Chartier a los modos de lectura de noticias en Internet, considero necesario tener en cuenta cómo se utilizan -¿se trasladan?- las formas dadas al género periodístico impreso en el texto digital, ya que la información se propone conservando ciertas características del formato papel (titulación, uso de copetes, distribución en secciones, etc) que el lector digital conoce y le permiten diferenciar el género textual al que se enfrenta. ¿Ha incorporado nuevas formas el género periodístico digital? ¿Los lectores digitales reconocen un género periodístico digital diferente del impreso? ¿O las convenciones del género periodístico en Internet están todavía en proceso de construcción?

Por último, Chartier destaca la diferencia entre la lectura lineal y la lectura hipertextual: “Claramente existe la posibilidad de una lectura que no es tan necesariamente lineal y encerrada dentro del objeto que conlleva el texto, como sucede con los libros, en los que si se quiere salir de este objeto se debe tomar otro texto en otro libro. Aquí, como sabemos todos, la posibilidad del hipertexto es la de vincular textos unos con otros, de convocar documentos, fuentes, referencias, imágenes, palabras o sonidos, permitir un tipo de lectura diferente, lo que para los textos de saber, de conocimiento puede conducir, por un lado, a construir de una forma diferente las demostraciones –lógicas, históricas, sociológicas-, y del lado de la lectura puede conducir a un control más agudo, más exigente del lector que encuentra, finalmente, en una gran medida los documentos, los textos, las fuentes, los instrumentos utilizados o analizados por el autor del libro.”[14]

Volviendo al objeto de esta memoria surge preguntarse acerca de la influencia posible del hipertexto en la lectura del texto periodístico. ¿Influye el hipertexto en la lectura del texto periodístico? Si la lectura de diarios en papel ya era fragmentada, ¿cuáles son los cambios que introduce el hipertexto?


[1] Ibidem. p 13
[2] Varela, Mirta. “De las culturas populares a las comunidades interpretativas” en http://www.innovarium.com/CulturaPopular/culturas%20populares.pdf
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[5] Varela, Mirta. La audiencia en los textos. Comunidades interpretativas, forma y cambio... ob. cit. p 139
[6] Cavallo, Guglielmo; Chartier, Roger, y otros. Historia de la lectura ... op cit. p.15
[7] Portal Observa http://www.observa.com.uy/
[8] Cavallo, Guglielmo; Chartier, Roger, y otros. Historia de la lectura ... op cit p 15.
[9] Grimson, Alejandro. Varela, Mirta. Audiencias, cultura y poder. Estudios sobre la televisión... op.cit. p 143.
[10] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”. Entrevista a Roger Chartier.
[11] Entrevista a Roger Chartier del Dr. Joaquín Mª Aguirre Romero. Dpto. Filología Española III - CC. Información. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/chartier.html
[12] Ibidem
[13] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”… op cit.
[14] La Nación Online. 2000. “Lo escrito a la pantalla”...op cit.

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